Cuaresma, camino a la Pascua
El próximo Miércoles comenzaremos la Cuaresma, un nuevo tiempo litúrgico. Miércoles de Ceniza: » Cuidad de no hacer lo que Dios quiere sólo para que la gente le vea «, Mateo 6,1-6.16-18.
Un largo camino pasaremos, donde se debe recorrer con esperanza, ilusión y esfuerzo, donde recordaremos el sentido del ayuno , del limosna , del oración . Un gran enseñanza lo que recibimos en la Iglesia para dar sentido y fuerza a la Cuaresma , donde nos preparamos para vivir el momento más importante de todos: la Pascua, el paso de la muerte a la vida . La resurrección de Cristo , la gloria de Dios , después de vencer la muerte. Es la fe que confirma nuestra resurrección en Dios.
Participamos de la Eucaristía de este día. Participamos y hacemos nuestras las palabras del Señor para que podamos tener un tiempo de Cuaresma para mirar profundamente. No faltas el miércoles de Ceniza para recibir la ceniza y sentir dentro de ti: conviértete y cree en el Evangelio .
El amor de Dios es grande.
Facilitamos unos textos que nos ayudarán a reflexionar ya prepararse en este camino largo que nos llevará junto a la gloria de nuestro Señor Jesucristo, la Pascua.
Convertirnos es dejarnos llenar de tu Espíritu Santo
Dios y Padre nuestro, nos dices a través de Joel:
«convertíos a mí con todo vuestro corazón».
Y entendemos que convertirnos es
dejarnos llenar de tu Espíritu Santo
y de tu presencia amorosa
para que aprendamos a pensar como tú,
a tener un corazón y unos sentimientos como los tuyos,
a amar a los demás como tú quieres,
a dejarse amar por ti sin reservas.
Pero enseguida te preguntamos:
si no te hemos visto, Dios nuestro,
cómo podemos saber quién eres y cómo eres?
Y tú nos muestras tu Hijo Jesús
y nos dices que nos fijamos siempre en Él,
que es nuestro hermano y modelo.
Por eso te agradecemos, Dios y Padre nuestro,
para que toda la vida de Jesús nos enseña
cómo debemos orar, de qué manera
nos debemos relacionar contigo,
y nos muestra cómo se puede vivir haciendo el bien.
Te pedimos, Dios y Padre nuestro,
que esta Cuaresma fijamos en Jesús
el corazón y los ojos, con el firme propósito
de entrar en un camino de conversión
que nos acerque más a ti
haciéndonos discípulos y compañeros de camino
de tu Hijo y hermano nuestro Jesús.
Dios y Padre nuestro,
en el evangelio de hoy
tu Hijo Jesús nos habla de ti
a quien llama «vuestro Padre del cielo»
y también «tu Padre».
Te hemos de dar gracias
porque quieres ser nuestro Padre
y porque desde siempre nos amas
y nos consideras como hijos e hijas.
Y también debemos reconocer sinceramente
que aún estamos muy lejos
de vivir como auténticos hijos e hijas tuyos.
Por eso Jesús nos invita
a hacer el camino de la conversión diaria.
Padre, ayúdanos a vivir de tal manera
que los creyentes seamos
un reflejo de tu amor y tu misericordia,
de tu perdón y de tu bondad sin límites.
Que nuestra vida esté sostenida
por tu Espíritu Santo,
de tal manera que nadie
se aleje de ti
debido a la mediocridad
de quienes somos cristianos.
Señor, hoy iniciamos un camino
de liberación personal y social.
Nos aseguras que has venido
para que tengamos vida en abundancia.
La Cuaresma es una nueva oportunidad
para limpiar nuestro espíritu y nuestro corazón
de todo lo que nos enferma interiormente.
Señor, nos alerta de nuestra hipocresía.
A veces juzgamos
y condenamos mezquindades en los demás
y somos ciegos cuando las mezquindades son nuestras.
Gallego de nuestra justicia e integridad
y Desterremos la compasión y el servicio.
Nos quieres, Señor, alegres y viviendo con elegancia
nuestras prácticas religiosas.
No te complaces en las caras largas
ni en las intransigencias.
Nos vuelos generosos sin jactancia
y bien unidos a Ti en todo lo que hacemos.
Que nuestro ayuno, Señor,
sea para colaborar con Cáritas
o con quien lo necesite.
Que nuestra limosna
vaya siempre acompañada de entrega personal
y que nuestra oración sea sincera
y tenga presentes los hermanos.
Padre nuestro del cielo,
es ti que venimos, es ti que volvamos.
Como aquel hijo pródigo que se lo pensó,
añorado de casa, repenedit,
hoy nos levantamos para hacer el camino de la Cuaresma,
que es camino de regreso, humilde y confiado,
hacia ti, de quien nos habíamos apartado, o huido .
Tú que ves en lo secreto,
que ves el fondo del corazón,
sabes que la mejor recompensa que esperamos,
si después de todo todavía en merezca alguna,
es reencontrarnos contigo, en el abrazo del perdón.
No actuaremos más como la gente ni por la gente,
sino por ti, tal como Jesús nos recomienda.
Ayudar y dar limosna sin hacerse notar, por amor.
Orar más, mucho más, delante de ti, como un respiro.
Ayunar recordando que somos polvo,
pero con la cara alegre del que vive más por Dios.
Las lecturas de hoy dan claramente
el sentido de la cuaresma cristiana.
Nos recuerdan que si el ayuno fuera un mérito,
habría que canonizar todos los hambrientos de la tierra.
Ayunar es amar.
El ayuno que Dios quiere sigue siendo
el de rebanar el pan con el hambriento;
estarnos no solamente los bienes innecesarios,
sino también de los necesarios en favor de los que no tienen tanto; emplear a quien no tiene
o ayudar a resolver el problema del paro;
curar a los enfermos de cuerpo o de espíritu;
liberar el drogadicto o prevenir su caída;
denunciar la injusticia;
dar amor a lo que se encuentra solo ya cualquiera que se te acerca.
Todo lo que hacemos en bien de los demás,
lo hacemos en diálogo continuo con el Señor
y sólo de Él esperamos la recompensa.
La Cuaresma es también el momento de la belleza:
que nuestro obrar sea bonito,
que sepamos dedicar tiempo a nuestro cuerpo
que es un regalo de Dios.
Un tiempo que la Comunidad cristiana
nos ofrece cada de año como preparación
para la Pascua.
Un tiempo de crecimiento humano,
mediante la revisión a fondo
de nuestras actitudes
y de los esfuerzos que hacemos para corregir errores,
enderezar lo torcido,
poner vida y amor allí donde fallan.
El Evangelio es el punto de referencia
y nos sugiere unos puntos para hacer la revisión:
La relación con los demás,
hecha patente en el amor y la solidaridad,
sobre todo hacia los más necesitados
y los que nos son más cercanos.
¿Qué les ofrecemos? Qué les rechazamos?
Como los ayudamos? Como los amamos?
La relación con nosotros mismos,
expresada con el esfuerzo de moderación
y de autocontrol
para que nuestra vida se convierta más fiel,
más «humana» y más solidaria.
La relación con Dios
mediante la oración,
la acogida de su Palabra,
la vivencia de los sacramentos
y el compromiso al servicio del Reino.
Unos sugerencias para la Cuaresma:
Cada día,
leer y meditar el evangelio de la misa
y hacer oración.
Si nos es posible,
participar en la misa diaria
y vivirla como un momento fuerte de comunión
con Dios y con los hermanos.
Implicarnos en las campañas de solidaridad.
Buena Cuaresma!
La llama divina
que escondiste en el corazón humano
se ha ido amortiguando, Señor.
Se ha apagado, incluso,
y es ceniza todo lo que se ve.
Somos nosotros quienes lo hemos ahogada,
con nuestros egoísmos,
con nuestros odios y mentiras,
con nuestra insolidaridad.
Hoy nos dices, sin embargo,
que no todo es ceniza
en nuestro corazón.
Tú que conoces el corazón humano,
nos hablas de unas brasas
escondidas bajo la ceniza
que con el soplo del Espíritu
pueden reavivar.
Reaviva estas brasas, Señor.
Saca llamas que hagan luz,
llamas encendidas en tu amor,
y que queman para los hermanos.